01 abril, 2011

la transformación

Los vínculos con la gente tienen un gran impacto en mí; cada nueva relación me cambia un poquito. Pongo de ejemplo a estos nuevos amigos que nos hicimos, porque son el recuerdo más fresco y tangible que tengo ahora. Gente particular, moviéndose en un mundo al que no pertenecíamos, comportándose de una manera que no nos era familiar. Y, sin embargo, acá nos tienen: hablando raro, frecuentando nuevos tugurios, perforándonos, mimetizándonos.
Pero no es algo negativo, que no se me malinterprete; no son ansias de "encajar" las que nos impulsan, ni mucho menos. Es versatilidad pura. Es casi inherente a mí (por lo menos a mí) conocer, observar y adoptar hábitos que solía no sentir propios pero que fueron los que me atrajeron en otras personas. Soy un gran cambalache de costumbres que fui recolectando a lo largo de mi vida; algunas ya están en desuso, otras en pleno auge. Y quizás eso soy yo: no tengo un estilo definido, ni una onda particular, ni un loquefuere. Pero como soy me relaciono, y como me relaciono me transformo. 
Solía creer que eso era algo bastante negativo, no tener un estilo o no "curtir una onda" tal; solía pensar que eso me llevaba a no encajar en ningún lado auténticamente. Bullshit. Mi autenticidad es mi versatilidad, y mi persona es tan maleable como fuerte sea el impacto que un nuevo vínculo provoque en mí. 
Y, la verdad, está fenómeno.

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