06 junio, 2011

con los ojos cerrados

Me encanta ese momento en el cual me acuesto y cierro los ojos para dormir
y el mundo se deforma por completo en mi cabeza.
Siento que giro, primero despacio, después vertiginosamente,
y hasta que no abro los ojos no me detengo. 
Mi mente empieza a funcionar absolutamente independiente 
de mi voluntad, y cambia las proporciones de las cosas. Se psicodeliza.
Lleva las cosas a dimensiones que no sé encontrar en el mundo,
me muestra lo que me es imposible percibir.
Las cosas se agrandan hasta tamaños que me dan vértigo, y después
se apequeñan hasta otros imperceptibles, pero nunca
dejo de verlas.
Y se mueven, en mi cabeza se mueven. Se conectan,
se relacionan, se golpean, mutan, se pierden, reaparecen.
Todo en segundos, todo en mi cabeza. Y yo abro los ojos 
y sólo quedan sus fantasmas en mis retinas, como si los hubiese 
visto fuera de mi cabeza. Como cuando mirás fijo a una luz y después
cerrás los ojos y la vez todavía ahí. Exactamente al revés.
Veo maravillas cuando cierro los ojos, y cuando los abro me dejan 
casi ciega; sólo tengo siluetas.
Me encanta ese momento en el que me voy a acostar y cierro los ojos
y soy sólo yo y el mundo que se creó sólo, y en mi cabeza.
Me encanta que nadie más pueda verlo como lo veo y que sea
tan difícil que transmitir.




N. de A.: a mí las cosas me encantan desde antes de que le encantaran a Mc Donald's, así que copyright ésta.










(Putos)





2 comentarios:

  1. a mi me cabe escribir lo que veo hace poco empecé a hacerlo, es difícil plasmar la dimensión onírica en palabras, ya que inmediatamente se torna fáctica.

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  2. yo me planteé dibujarlo, pero son realmente frustrantes los resultados

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